La prensa europea está comenzando a descubrir que la preponderancia comercial y cultural del océano Atlántico iniciada con el descubrimiento de América está perdiéndose en favor de la cuenca del Pacífico, que toca la propia América y Asia.
Cuando Mariano Rajoy dijo que a la Cumbre Iberoamericana de Costa Rica no había ido ni El Tato quería señalar la ausencia de líderes de los principales países del Pacífico hispanohablante.
Es que estaban en Santiago de Chile: con los mandatarios de los 21 miembros del Foro para la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), entre ellos Bush, Putin y los grandes de China y Japón.
Ambas cumbres eran simultáneas, pero este era el primer año en el que el Atlántico había cedido al Pacífico su primer puesto en importancia comercial: Europa, incluida España, ya es secundaria.
Este cambio estructural ha sucedido en el momento en el que las sociedades europeas están sometidas a un cambio fundamental, demográfico, étnico, cultural y religioso: la reducción de la propia natalidad y el incremento de la prolífica inmigración islámica, de oriente próximo y África.
Según numerosos demógrafos y el arabista más publicado del mundo, el profesor Bernard Lewis, la principal religión europea a finales de este siglo será la musulmana. Una situación que vivirán los niños que están naciendo ahora.
El mundo quedará repartido en áreas bajo el islam, en el que estará Europa (Eurabia), y de dominio cristiano y/o de sistemas éticos no religiosos, al que pertenecerán América, posiblemente Rusia, y la mayoría del lejano oriente.
Mientras el área del Pacífico podrá convivir con sus culturas y formas religiosas sin graves traumas, Europa incrementará sus tremendos desgarros, ya iniciados, si el mundo islámico no acepta el racionalismo, democratizarse y separar religión y sistema de vida: algo prácticamente imposible.