Numerosos periódicos europeos comparan a José Luís Rodríguez Zapatero con Mister Bean, personaje de una serie humorística británica de televisión que tiene cierto parecido físico con el primer ministro español.
Ambos son larguiruchos, de ojos azules, con cejas circunflejas que lo mismo reflejan ideas encantadoras que ocultan malquerencia.
Por el bien del país es deseable que todo paralelismo se quede ahí. Aunque muchos periodistas españoles afirman que son personajes parejos. Y un creciente número de veteranos socialistas empiezan a pensar lo mismo.
Le salva que la mayoría de la opinión pública mantiene aún la creencia de que es bondadoso y afable, opuesto a su antecesor, el seco, cortante y ensoberbecido Aznar.
Recordemos: Mister Bean o Señor Habichuela es un ser que tras su aspecto de buena persona oculta cuidadosamente un individuo oportunista, irresponsable e incompetente.
Mister Bean, creado por el actor Rowan Atkinson, sabe que cuando sonríe inspira confianza. Pero le roba caramelos a los niños enseñándoles falsos juguetes.
Provoca guerras balcánicas entre sus vecinos favoreciendo más a unos que a otros. Después, se presenta como mediador.
Es malicioso, y cuando cree que nadie lo ve, pincha las ruedas de coches aparcados y escapa con aspavientos de felicidad; luego, con gran ceremonia, denuncia como culpable a un señor que pasaba por allí.
Es perezoso y descortés: por descansar rompe sus compromisos, aunque pierda grandes negocios. Teme a los ambientes desconocidos. Quiere parecer magnánimo y hace promesas según se le van ocurriendo, sin reflexión alguna. Aparenta valentía, pero se retira asustado ante cualquier situación difícil: lo cede todo, acobardado, si le aprietan.
Y si excepcionalmente quiere hacer algo bien, va dejando desgracias tras él, como Nazarín.
No: no debemos creer ni querer que Zapatero parezca Mister Bean. Aunque tendrá que empezar a demostrarlo.