Los españoles no se han dado cuenta aún de que son víctimas de la hidra de Lerna, monstruosa serpiente de aliento letal con cabezas que renacen conforme se le cortan.
Aparte de ETA, son islamistas hermanos de los autores de los atentados del 11M. Células que se reproducen para preparar los asesinatos de cientos, de millares de personas.
Vencer a la hidra de Lerna fue el segundo trabajo de Hércules. Y muchos Hércules serán necesarios para debilitar, simplemente, este terrible animal al que le reaparecen incesantemente nuevas cabezas.
Lo sorprendente en España es que, a pesar de que se producen con creciente asiduidad las detenciones de estos fanáticos, hay víctimas del 11M, como Pilar Manjón, que por razones presuntamente ideológicas no nombran siquiera el peligro islamista.
Los ahora escépticos españoles, fervientes misioneros durante siglos, no recuerdan la violencia que puede ejercer el fanatismo proselitista.
Que enrola fácilmente a los iluminados seguidores del wahabismo: un estudio holandés dice que el cinco por ciento de los jóvenes musulmanes en su país está dispuesto a matar por la religión.
Si calculamos que en España hay un millón de musulmanes y extrapolamos el porcentaje holandés encontramos que podrían estar aquí unas 50.000 personas atraíbles hacia las redes terroristas.
Hay muchas detenciones, y habrá más. Pero difícilmente podrá exterminarse la hidra si no colabora el 95 por ciento de los musulmanes ajenos a la violencia. Ellos deberían ser Yolao, que ayudó a Hércules a abrasar a la bestia.
La retirada de Irak no ha eliminado el riesgo islamista. No cambió la voluntad de los yihadistas, que desde antes de esa guerra se preparaban para atentar aquí en nombre de Alá.
Irak no era el problema: quieren recuperar Al-Andalus y entregar el mundo a Ala. Olvidamos que este indomable deseo mueve a los fanáticos.